El coronavirus COVID-19 y su gran capacidad de contagio, ha puesto en jaque la economía mundial, obligando a países, ciudades y estados a ponerse en cuarentena, restringiendo la circulación vehicular, paralizando fábricas, reduciendo la producción e imposibilitando el turismo. Los cambios ambientales a corto plazo han sido más que notables. Las aguas de Venecia lucen tan transparentes que se pueden ver los peces nadando por los canales, en China las emisiones de dióxido de nitrógeno (NO2) se redujeron un 30% y en Buenos Aires los niveles sonoros bajaron a niveles nunca antes registrados.
Avenida General Paz prácticamente desierta durante la cuarentena obligatoria.
Los Ingenieros de Sonido, cuando salimos a realizar mediciones de ruido urbano, prácticamente nunca podemos "desactivar" o "apagar" fuentes sonoras para evaluar el impacto real de las mismas, especialmente cuando estamos evaluando el impacto acústico del tránsito vehicular. Recuerdo que uno de mis primeros trabajos como asesor acústico consistió en elaborar un "Plan de Mitigación de Ruido para la Autopista 25 de Mayo (AU1)" de Buenos Aires y los directivos de la empresa concesionaria de la autopista casi nos tildan de locos cuando planteamos la necesidad de cortar la circulación vehicular para registrar el ruido de fondo. "No. Es imposible", respondieron tajantes.
Actualmente, investigadores de diversos rincones del planeta han aprovechado el parate global para realizar mediciones e investigaciones ambientales, que generalmente son imposibles de hacer en una situación normal por los altos costos económicos y políticos que implicarían.
En la República Argentina, rige desde le viernes 20 de Marzo de 2020 la cuarentena obligatoria. A partir de esto, se comenzaron a registrar los niveles sonoros en diferentes lugares para poder contrastarlos con una situación normal. Por ejemplo, los niveles sonoros en una habitación del segundo piso de una vivienda ubicada a pocos metros de la Avenida General Paz y Lope de Vega, que usualmente se encuentran entre 45 y 50 dBA, bajaron a 30 dBA en período diurno; es decir, los niveles se redujeron entre 15 y 20 dB respecto a lo habitual, alcanzando valores que nunca antes se habían podido registrar.
El Paisaje Sonoro oculto de Buenos Aires
Una vez decretada la cuarentena obligatoria, los vecinos de Buenos Aires se mostraron sorprendidos al comenzar a escuchar sonidos que usualmente se encuentran totalmente enmascarados por el ruido urbano de la ciudad, como por ejemplo el canto de las aves a la mañana, el canto de los grillos al anochecer, las hojas de los árboles moviéndose por el viento o siendo arrastradas sobre las calles.
Agustín Sequeira es un psicólogo entrerriano que hace varios años vive en el barrio porteño de Montserrat. No pudo ocultar su asombro al escuchar, por primera vez en años, "el canto de las chicharras" en Buenos Aires. A su vez, comentó que "el cielo se ve más limpio y hasta andan mariposas dando vueltas. Estos son los efectos colaterales del coronavirus", comentó Sequeira.
La Ciudad de Buenos Aires posee un único y preciado "santuario acústico" constituido por la Reserva Ecológica Costanera Sur, dado que es practicamente el único lugar al aire libre donde uno puede dejar de escuchar el intenso ruido urbano y quedar inmerso en un paisaje sonoro totalmente natural. Al menos hasta que aparezca un avión o helicóptero sobrevolando, claro.
Probablemente, ninguno de los lectores viva para repetir en el futuro una experiencia sonora semejante, dado que incluso cuando todos los vehículos sean eléctricos y silenciosos, seguirán produciendo inevitablemente el ruido de rodadura. Nuevamente, aquí se presenta otra oportunidad única para registrar, rescatar, conservar y preservar aquellos sonidos ocultos, pero todavía vivos, que se enmascaran día a día en el paisaje sonoro habitual de la Ciudad.
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